Teología Primera persona de la Santísima Trinidad, que engendró y eternamente engendra a su unigénito Hijo. En esta acepción se escribe con mayúscula. El Antiguo Testamento conoce varios sentidos traslaticios de la palabra “padre”: abuelo, antepasado, persona a quien se desea honrar, etc. En sentido amplio, Dios es padre de todo hombre por ser su creador. De modo especial se manifiesta en el Éxodo como padre de su pueblo por elección. Muy peculiarmente, el rey de Israel considera a Yahvé como padre, sin jamás atribuirse una filiación carnal (Egipto), ni tan sólo de representación (Babilonia). La figura posterior del Mesías, como Hijo de David y especialmente poseído por la Sabiduría Divina, anuncia próximamente lo que será Jesús de Nazaret. El Nuevo Testamento, en efecto, establece una relación única, trascendente y eterna de paternidad entre Dios Padre y Cristo. San Pablo, atendiendo a la comunicación que Dios hace de su misma naturaleza por la gracia y el Espíritu, y al carácter cristoconformante dado por el bautismo, reconocerá en el cristiano una filiación adoptiva respecto a Dios Padre, ni tan profunda como la hipostática (= personal) de Cristo, ni meramente jurídica o externa como la de los judíos.