Wiliam Faulkner

Obras principales

Sartoris es la primera de una serie de novelas en las que Faulkner trata del pasado, presente y porvenir del viejo Sur de los Estados Unidos representado por el imaginario condado de Yoknapatawpha, cuya topografía coincide, más o menos, con la de la parte Norte del Estado de Misisipí, con capital en Jefferson, es decir, Oxford. A esta serie pertenecen: El ruido y la furia; As I lay dying (Mientras agonizo), 1930; Sanctuary (1931); Light in August (Luz de agosto), 1932; Absalom, Absalom! (1936); Los invictos; The hamlet (El villorrio), 1940; The Bear (El oso), 1942, cuento incluido en la serie que lleva el título de uno de ellos, Go Down Moses ( ¡Desciende, Moisés! ); Intruder in the Dust (Intruso en el polvo), 1948; Requiem for a Nun (Requiem por una mujer), 1951, obra curiosa, mitad novela y mitad drama, continuación de Santuario, cuya adaptación al francés fue hecha por A. Camus; The Town (En la ciudad), 1957, continuación de El villorrio, aunque muy inferior a ésta, y alguna otra obra menor. En cuanto al resto de su producción, es decir, las obras que no se desarrollan en Yoknapatawpha, cabe recordar, aparte de sus dos primeras novelas y de algún libro de versos, Pylon (1935), en que se narran las aventuras de unos aviadores en Nueva Orleans, The Wild Palms (Las palmeras salvajes), 1939, que trata de los efectos de una inundación del Misisipí, una serie de cuentos cortos reunidos en col. que llevan el título de una de las historias, como These 13 (Estos trece), 1931, ¡Desciende, Moisés! y The Knight's Gambit (Gambito de caballo), 1949, relatos de viajes, artículos, reportajes y entrevistas, además de su famosa y discutida alegoría religiosa, Una fábula, obra en la que el autor estuvo trabajando varios años, mucho más tiempo del que dedicó nunca a ninguna de sus novelas. Una fábula es una versión moderna de la Pasión de Cristo localizada en Francia durante la I Guerra mundial en la persona de un soldado desconocido amante de la paz. La idea y la intención son óptimas: sin embargo, la obra no logra convencer. Hay, sí, pasajes de gran belleza y profundidad en los que alienta un claro sentido cristiano de la existencia, pero, en general, el mensaje resulta excesivamente oscuro y mal acabado.

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